Carmen López, Asturiana de Braveza
«Me siento valorada en mi tierra»
«Me siento valorada en mi tierra»
La Nueva España, 13 de enero de 2022
Carmen López (Oviedo, 1997) nunca había considerado que ella podía “aportar algo a Asturias”. Para la surfista invidente, fue una sorpresa que la asociación Yumper, de La Fresneda, la llamara y la reconociera como “Asturiana de braveza” del año 2021. “Eso me hace sentirme valorada por la gente de mi tierra, me enorgullece”, afirma. No puede decir que siempre haya sentido lo mismo. Cuando aún estaba en el instituto, por su ceguera, sufrió “bullying”. “Siempre entendí que la gente me veía de otra manera. Pero te duele cuando tus propios compañeros, e incluso algún profesor te ponen barreras y te hacen la vida imposible”, cuenta por teléfono, porque el ojo izquierdo le ha dado problemas este año y no puede salir de casa.
Cuando Carmen López era muy pequeña, tuvo un glaucoma congénito y esa fue la causa de su ceguera: “Para mí es algo natural. Siempre he tenido amigos que tienen distintas capacidades, que van en silla de ruedas o tienen síndrome de Down, y me parece algo normal”. Tampoco fue nunca una traba para hacer su vida. “Yo soy una persona alegre y dinámica y siempre estoy buscando cosas que hacer. Me gusta escuchar música, leer, pasar el tiempo con mis animales y mi familia. No me cambia el hecho de ir a campeonatos o ganar mundiales”, indica.
De hecho, siempre ha sido de desmontar barreras y prejuicios, de probar todos los deportes posibles y tirarse a la piscina (o más bien al mar). Empezó a esquiar, aunque como pisa muy hacia fuera, se le dio mejor el snow. Fue a escalar un par de veces, y, según sus amigos, se le daba muy bien porque no veía cuánto subía y no tenía vértigo. Hizo equitación, que sigue practicando. También fue pionera del boxeo adaptado. Y campeona en el que es su deporte: el surf. “Lo hice por primera vez en unas jornadas de surf adaptado en el 2012, pero no fue ahí cuando me lo empecé a tomar en serio. Me gustó, y fui a campamentos donde se practicaba, pero la persona con la que entrenaba se mudó. No encontré a nadie, porque la gente tiene muchos prejuicios, nadie estaba dispuesto a darle clase a una persona que no ve”, relata.
Aunque Carmen López afirma que no tiene rencor, hubo una etapa de su vida que no fue buena. Coincidió, en primero de Bachillerato, que en su clase del instituto le hicieron “bullying”. “Fue de las maneras más originales posibles”, cuenta ahora con ironía. “Me llamaban ‘puta ciega’ o me decían que no podía hacer determinadas cosas porque no veía. Me tiraban cosas. Me planteé dejarlo todo. Tienes 16 años y dices: que se acabe todo, que no puedo más. Yo buscaba maneras de evadirme y que no me afectaran las cosas. Ahora lo pienso y digo: aprendí que no quería ser como ellos y a manejar la situación. Pero las palabras hacen más daño de lo que se piensa”, reflexiona.
Le salvó, entre otras muchas cosas, acudir al psicólogo. “La salud mental es muy importante para estar bien físicamente. Ahora con la pandemia se ha visto, hay que saber pedir ayuda. Creo que el tiempo pone a cada uno en su sitio y yo ahora estoy en un buen momento”, concluye.